Maldito Momento
Pensando sobre la impermanencia
Los segundos siguen pasando, cada uno lleno de momentos que nunca volverán. El flujo de experiencias que trágicamente se desvanecen de la vida, y gloriosamente dan campo a la nueva realidad. Todo momento está impregnado de un potencial latente, y está lleno de memorias que extrañaremos. Pero se cede a lo nuevo, al siguiente instante, la siguiente memoria, y lleva a cabo esa función de impermanencia que nos hace valorar lo que tuvimos, lo que tenemos, y lo que tendremos.
Le agregamos a todo momento que pasó un luto. Y a todo momento que pasará, un ansia. Que si, que no, que debe ser así y que pudo ser asá. Todo sabemos como nos hubiese agradado, y tenemos la receta exacta para decir lo que le faltó para ser perfecto. Solamente, el haber estado a tú lado en aquel momento, solamente el haber dicho aquella frase que fuese la perfecta para comunicar exactamente lo que quise y lo que hubieses entendido.
Y el momento, sin enterarse de nuestra expectativa, sigue pasando. Nunca existiendo fuera de nuestra memoria. Un flujo de cambios, todos perfectos, sin tener la buena educación de leer mi pensamiento y entender mi expectativa para cumplirla. Maldito momento, que se burla de mi, siendo una función probabilística, dándome exactamente lo que merezco, lo que he plantado y estoy cosechando. Ese momento que tan bruscamente se burla de mí, dandome la perfección del mundo y viéndome sufrir porque estoy ciego ante ella. Maldito momento, te amo, pero me hace falta tanto poder verte como eres. Perfectamente actuando con las leyes que te rigen, sin agregarle intención alguna para arruinarlo. Maldito eres por enseñarme perfectamente mi ignorancia ante tu perfección.